miércoles, 2 de mayo de 2018

EN CASA

A todos nos pasa que, de vez en cuando, tenemos una crisis de fatiga y eso es bueno, es sanador. Podemos sentirnos tristes, deprimidos, cansados, destemplados, en baja forma... y sabemos que, para recuperarnos, necesitamos calma, paz y sosiego. El ser humano es como un árbol, tiene la facultad de florecer, pero necesita tiempo y espacio para cultivarse, para dar de sí todo lo que es capaz.

La famosa frase inglesa "home, sweet home" (hogar, dulce hogar) lo dice todo. Ella nos transmite que el hogar es un concepto que abarca mucho más que las cuatro paredes de la casa física. En el dulce hogar, se pueden amortiguar los peores dolores y sufrimientos que, a veces, experimentamos en la vida.

En casa, sentimos esa energía femenina, sutil y reparadora, a la que hay que entregarse por completo, ponerse en sus manos y permitir que todo lo negativo vaya saliendo, capa a capa, hasta que nos vayamos sientiendo recuperados. Un caldito, un ponche, una mantita, la bolsa de agua caliente... son remedios caseros deliciosos para recuperar el calor y la fuerza que nos habían abandonado.

No olvidemos que la palabra hogar está relacionada con el fuego, el calor y la vida. El fuego es el elemento que mejor representa la fuerza vital, la que nos proporciona vitalidad, bienestar, optimismo y paz; la paz da fuerza y la fuerza plenitud.

Termina el largo "puente" con el desenfreno de ir y venir buscando fuera lo que tenemos tan cerca. El nerviosismo, las prisas, los atascos, la falta de tiempo... ¿eso es descansar? Me temo que no. De vez en cuando hay que volver a la quietud y a la calma, sólo así podremos ir desarrollando el arte más importante de todos, "el arte de vivir".


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