miércoles, 18 de julio de 2018

LES TRICOTEUSES

Durante los primeros años de la Revolución Francesa, nació una corriente a favor de los derechos de la mujer como ciudadana y Condorcet redactó un tratado en el que declaraba que el que votaba contra el derecho de otro - cualquiera que fuera su religión, color o sexo - renunciaba al suyo propio.
Olympia de Gouges reivindicó la participación femenina en la vida política y el sufragio universal y, en el plano civil, logró que sus condiciones de vida fueran un poco mejores.
Muchas de las mujeres del "petit peuple" (pueblo llano) se comprometieron con la política y lucharon contra los Girondinos (medio burgués, libertad económica y propiedad privada), a favor de los Jacobinos (agitadores revolucionarios llamados "sans coulottes" y artesanos).

Estas mujeres fueron las más activas del Movimiento Revolucionario en París y provincias en la tribuna de los Jacobinos en la Convención y se reunían en el seno de los clubs políticos, como el de los ciudadanos republicanos creado en mayor de 1793. Emprendieron, a pie de calle, una permanente agitación popular llamando a la insurrección contra los Girondinos. Se agrupaban, haciendo punto, alrededor de la guillotina cada vez que era utilizada contra los enemigos de la Revolución.
Por eso ha permanecido en la mitología colectiva una imagen exagerada de unas mujeres luchadoras, sedientas de justicia, que estaban en las antípodas del orden natural en el que la mujer debía cumplir su papel de madre y amante esposa sin involucrarse en ninguna actividad política que la hiciera salir de la esfera privada.

Esta visión negativa de la mujer condujo a las autoridades a sofocar la actividad de las sans coulottes femeninas y desde el otoño de 1798 los clubs femeninos de "Ciudadanas Republicanas Revolucionarias" fueron prohibidos, viéndose la mujer de nuevo privada del derecho a la ciudadanía.
Robespierre reprimió duramente a las "tricoteuses" siendo arrestadas y ejecutadas. La Convención prohibió a las mujeres el acceso a las tribunas, fueron perseguidas por la noche y privadas de cualquier forma de asamblea o reunión de más de cinco personas en la calle.

Las "tricoteuses" hacían referencia a un oficio que - en aquellos momentos - debía realizarse en el ámbito privado, en el hogar, y no mostrarse en público, pero cuando asistían a las deliberaciones de la Convención, ellas escuchaban "tricotando". En la primera imagen, el cuadro de Lesueur nos muestra lo que allí ocurría: unas hacían punto y otra, de pie, con las manos en las caderas, nos muestra el grado de compromiso político que la lleva al enfrentamiento con la injusticia.

Como "tejedora" me siento muy orgullosa de estas mujeres que seguían fieles a su oficio sin perder un segundo, pues gracias a él sus familias podían comer. No tricotaban por placer, sino a destajo y como precursoras de la máquina que aparecería en la época industrial. Las damas de la alta sociedad también hacían punto, pero por puro placer y entretenimiento. El resultado es que, unas y otras, mantuvieron y potenciaron una labor ancestral que es consustancial al mantenimiento de la economía en el ámbito privado y colectivo.

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