martes, 18 de enero de 2022

HUMANO, MÁS HUMANO

 

Jose María Esquirol logra que sus ensayos filosóficos resulten muy amenos, pues las ideas que expone y su forma de desarrollarlas nos ofrecen el amparo de una prosa balsámica. En su filosofía, el principal infinitivo es amar, un ideal, una meta, que liga y casa muy bien con la bondad, cada vez más necesaria en los tiempos que vivimos. En el comienzo de su libro Humano, más humano (Acantilado) dice: Otro mundo es posible. Se trata de no dimitir, de no desertar. Hay palabras dulces que cuidan y cobijan; el canto cura y enaltece la belleza del mundo, cantamos para celebrar las cosas de la vida y no tener miedo a la muerte. 

El autor nos lleva a plantearnos las preguntas más elementales y saludables para mantenernos en pie, para poder resistir ante un presente cargado de incertidumbre. Nos consuela porque nos lleva a reconocer que la fragilidad no es algo que deba vencerse, sino aceptarse; aceptando las heridas de la existencia, el sufrimiento por los males del mundo, por las penalidades propias y ajenas, damos un paso fundamental para llevar a cabo una vida buena, con sentido. 

Su obra, un espacio cuidado, bellamente cultivado, atravesado de calidez y claridad, se convierte en una especie de faro que alumbra las zonas de penumbra y nos ayuda a encontrar equilibrios, armonías, a unir el cielo con la tierra, lo grave con lo ligero. Va acometiendo un trayecto en el que, frente a una cultura exterior (superficial, banal, de apariencia) se vuelca en los adentros y propone búsquedas y salidas más esperanzadoras y atentas a la provisionalidad del vivir. Paso a paso, va levantando una filosofía sin lujo al servicio del actuar y del orientarse en un camino de crecimiento constante a través de las edades.

Hay que ser más humano, intensificar lo humano, no avergonzarse de la vulnerabilidad, sino partir de ella como energía, como senda de construcción y espera; la reflexión profunda y el cultivo del pensamiento transformador pueden cambiar la dirección de la vida y desmontar argumentos de fuerza y de dominio, de mediciones basadas en el tener y no en el ser. Pensar y amar. Convivir (darse vida unos a otros), escuchar, acoger, amparar, no ceder a la insensibilidad o la indiferencia... eso es lo genuinamente humano. Si hacemos de nuestra vida algo concreto, intenso y consistente, quizá logremos lidiar los embates del nihilismo mientras somos y amamos. 

Es muy estimulante seguir la ruta, la lectura que nos propone Esquirol. Del mismo modo que un largo paseo nos oxigena, nos desintoxica de la actualidad, nos libera, su libro tiene la capacidad de limpiar la mirada para llevarnos a ver lo de que de verdad importa. Cálido y consolador, recobra preguntas acerca de lo que somos, de lo que nos motiva, de lo que nos nutre o nos envenena. 



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