Llegan a mi vida los muñecos "reborn" (renacidos) a través de una amiga con la que comparto el maravilloso mundo de "lo pequeño".
Son hiperrealistas, parecen niños de verdad y están hechos de vinilo y silicona, por lo que el tacto no puede ser más agradable.
La idea surgió en Alemania (el país más juguetero del mundo) cuando, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, ante la escasez de medios, las madres rehacían y redecoraban las muñecas de sus hijas para que parecieran nuevas.
Una vez más fue una española, la porcelanista Joyce Moreno, la que realizó en primer reborn, modificando una muñeca Berjusa (marca de Onil, Alicante) en los años 60; desarrolló asombrosamente su propia técnica hasta que logró dar con los pigmentos y materiales más adecuados. Pero fue en Estados Unidos donde se produjo el boom, en los años 90. En Europa todavía falta mucho recorrido para que estos muñecos encajen con la misma naturalidad con la que los aceptan los americanos.
Se les ve con frecuencia en el cine, la televisión, las redes sociales, las ferias de muñecos... y cada vez existe más demanda. No sólo son aptos para los niños, sino también para los adultos. Las matronas, por ejemplo, los utilizan para sus prácticas en cuanto a clases de parto y cuidados del recién nacido. Son muy beneficiosos para personas que no se sienten cómodas con otras personas o los autistas, pues les motivan en su plano emocional. A los ancianos o afectados por el Alzheimer les crean un vínculo de responsabilidad, les desarrollan la afectividad, la memoria, la movilidad...
Como terapia son muy útiles, siempre que no se pierda la perspectiva de que no son seres vivos sino sólo muñecos.
Jamás podrán sustituir a un hijo que no se ha tenido o se ha perdido, pero sí son muy beneficiosos en una etapa psicológica concreta, con un objetivo preciso, usándolos de forma temporal hasta que se supere la experiencia afectiva traumática; no hay que dejar que vayan más allá de "reparar una herida psicológica".
Compartir el hobby de estos muñecos con otras personas puede fortalecer los vínculos emocionales reales.
Todo los instrumentos de los que nos podamos servir para alcanzar el bienestar holístico al que todos aspiramos son buenos en tanto en cuanto no perdamos el norte. El mundo de los muñecos y lo que les envuelve entra en el universo sentimental de la persona y desarrolla su ternura, su sensibilidad, su emotividad y afectividad y son un magnífico objeto para canalizarlos. Pero no nos pasemos al otro extremo y hagamos un "wishful thinking", pues entonces lo convertiríamos en algo nocivo. ¿Jugar? ¡Sí!, pero siendo plenamente conscientes de que estamos jugando... (que no es poco).
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martes, 21 de febrero de 2017
domingo, 30 de noviembre de 2014
TEJER ES UN PLACER
Está de rigurosa moda "hacer punto con dos agujas" como terapia alternativa natural para eleminar el estrés y reducir la depresión. Reduce el cansancio físico y mental ya que se promueve el buen humor, el relax y la calma. La satisfacción de hacer algo con nuestras propias manos es un gran estímulo a todos los niveles.
El hacer punto en grupo es un pasatiempo ideal para socializarse con otras personas y compartir el tiempo libre haciendo algo que, además de bello, es útil. Uno se siente parte de un círculo social y refuerza su sentido de pertenencia, lo cual crea lazos estrechos entre los componentes del mismo.
Recordemos que el tejer es anterior a la invención de la rueda y que siempre ha sido esencial en la existencia del ser humano, pues además de crear una malla resistente la labor en sí misma lleva implícita capacidad de servicio. La adaptabilidad, ductibilidad y flexibilidad son las características de los materiales más apropiados para llevar a cabo una labor de punto.
Fue en París (1520) donde se creó el primer gremio de "calceteros" pues el hombre tejía y la mujer hilaba; sólo la que se quedaba viuda podía hacerlo, lo que se fue difundiendo por toda Europa.
Hombres o mujeres que vamos juntando puntos "seamos hilo noble capaz de tejer lazos de amor entre las personas y creemos una obra que refleje nuestra cálida vida con el aroma de nuestros pensamientos y la creatividad de nuestras palabras".
El hacer punto en grupo es un pasatiempo ideal para socializarse con otras personas y compartir el tiempo libre haciendo algo que, además de bello, es útil. Uno se siente parte de un círculo social y refuerza su sentido de pertenencia, lo cual crea lazos estrechos entre los componentes del mismo.
Recordemos que el tejer es anterior a la invención de la rueda y que siempre ha sido esencial en la existencia del ser humano, pues además de crear una malla resistente la labor en sí misma lleva implícita capacidad de servicio. La adaptabilidad, ductibilidad y flexibilidad son las características de los materiales más apropiados para llevar a cabo una labor de punto.
Fue en París (1520) donde se creó el primer gremio de "calceteros" pues el hombre tejía y la mujer hilaba; sólo la que se quedaba viuda podía hacerlo, lo que se fue difundiendo por toda Europa.
Hombres o mujeres que vamos juntando puntos "seamos hilo noble capaz de tejer lazos de amor entre las personas y creemos una obra que refleje nuestra cálida vida con el aroma de nuestros pensamientos y la creatividad de nuestras palabras".
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