martes, 28 de junio de 2016

LA MADELEINE DE PROUST


 
 "Y, muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro día tan meláncolico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en la que había echado un trocito de "madeleine", pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bizcocho, tocó mi paladar, me estremecí, fijé mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. 

Un placer delicioso me invadió, me aisló sin noción de lo que lo causaba y él me conviritió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; percibí que esa esencia era yo mismo.

Dejé de sentirme mediocre, contingente  y mortal. ¿De dónde podía venirme esa alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y de la madeleine, pero le excedía en mucho y no debía ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo?

Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero, luego un tercero, que ya me dice un poco menos..."


 La "madeleine", con su suavidad y sabor único, transporta al autor del texto, Marcel Proust, a su infancia. Este escritor francés (1871-1922) renovó la novela contemporánea y fue el creador de la serie "En busca del tiempo perdido", formada por siete novelas, a cuya redacción dedicó casi toda su vida. Encerrado en una habitación, con las paredes cubiertas de corcho, creó al protagonista (su alter ego) y exploró su pasado evocado por una memoria sensitiva y desordenada cuya única ley es la asociación de ideas.


"La vida es un conjunto de sensaciones que sólo la escritura es capaz de recuperar y la memoria sensitiva actúa como motor del recuerdo". La serie se inicia con el primer tomo, El camino de Swann, en el que recorre lugares asociados a su infancia y en él se encuentra el fragmento de la madeleine. La obra no es un relato lineal de acontecimientos, sino que se mete en la memoria del narrador y cuenta sus recuerdos junto con los vínculos que crean en un intento de recuperar la memoria.

Me gusta el placer puramente estético y sensorial descrito a través de un hecho puntual que altera los sentidos, el espacio y el tiempo. Es increíble descubrir como un acto cotidiano puede llevarnos a experiencias sublimes y a conectarnos con la verdadera esencia de nuestro ser, de nuestro yo interno, que subyace a todo lo demás...


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