Este cuadro está pintado por Lilla Cabot Perry (1848-1933), una estadounidense autodidacta que se acabó convirtiendo en una artista de renombre. Nació en Boston, en una familia refinada y acomodada que frecuentaba a gente tan interesante como Louise May Alcott (autora de "Mujercitas").
A los 26 años contrajo matrimonio y tuvo tres hijas. Cuando, en 1884, nació la más pequeña inició una formación artística formal con el famoso retratista Alfred Quentin Collins y al año siguiente conoció al que sin duda alguna sería su verdadera inspiración y quien despertaría su pasión por el Impresionismo: Robert Vonnoh.
Años más tarde decidió ir a París y recibir clases en la Academia Calarossi que la posibilitó presentar sus cuadros en El Salón de la Sociedad de Artistas y en el que fue consagrada ya como artista profesional. Fue en aquél mismo año (1889) cuando descubrió a Claude Monet, acercándose a Giverny (lugar en el que vivía) con la intención de aprender los secretos del pintor.
En 1894 regresó a Boston y dio una conferencia sobre el que ya consideraba su maestro (Monet), lo que le abrió las puertas en la Exposición Universal de Chicago. Sin embargo, no dudó en acompañar a su marido a Japón (por cuestiones profesionales) dónde permanecieron cuatro largos años y cuya influencia se notó en la obra que realizó posteriormente.
Fue tras una corta estancia en París cuando regresó a Boston para no volver a salir más de su ciudad. Una enfermedad larga y penosa la llevó a un declive de su obra y, tras una exposición en Nueva York sin el menor éxito, se retiró definitivamente falleciendo a los 85 años.
Me ha gustado mucho descubrir a esta interesante mujer que se atrevió a dejar el mundo conocido y se lanzó a París, tras haber cumplido como madre, para llevar a cabo su auténtica vocación. Una vez más ha sido el "Impresionismo" el que ha marcado y magnetizado a una artista de talento...
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