"La vida es bella aún con errores".
La palabra japonesa henko describe un cambio irreversible, un cambio en el que no hay posibilidad de retorno al estado inicial, un cambio que - buscado o no - provoca una transformación reveladora.
En un momento dado de mi vida, cambié de actitud y adopté una nueva forma de ver, entender, sentir y reaccionar. Adquirí una nueva perspectiva vital, un nuevo enfoque, un nuevo marco de significado para relacionarme y entender el mundo. Acepté que algunas cosas no iban a cambiar y me centré en lo que era susceptible de ser cambiado.
Yo no podía cambiar la vida, pero sí mi actitud ante ella. Empecé a ver nuevos significados e iluminé lo que no tenía luz o pasaba desapercibido. Descubrí nuevas formas de vivir que jamás me había planteado o que creía que jamás podría alcanzar. Me sentía como cuando la tierra despierta porque sabe que la primavera ha llegado para quedarse. Sentí que yo también despertaba a una nueva etapa y que era una sensación maravillosa, mi alma se abría a una primavera emocional...
Desde las sombras todo se ve oscuro y frío, pero cuando se va hacia la luz, la cara recupera el brillo, sientes que tienes el control sobre tu vida y te involucras en definir un futuro enriquecedor y atrayente. Por eso me centré en vivir, en enriquecer mi vida potenciando mi nivel sensorial con una decisión: pensar en mí misma y aprender que la vida es bella aun con errores e imperfecciones.
A partir de entonces, definí mis propósitos, me tracé un plan de acción, perseveré de forma inteligente y los resultados fueron sorprendentes. Me dí cuenta de que mi motivación por crecer era más fuerte que el miedo, que la comodidad y que cualquier excusa.
Y lo más importante de todo, supe que aquél que no vive se limita a sobrevivir hasta que se da cuenta de que necesita empezar a hacerlo y eso ocurre, generalmente, demasiado tarde...
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