Podemos ver pintores impresionistas y modernos a través de las 60 obras de 44 artistas en seis ámbitos temáticos mientras realizamos un paseo por la historia de la pintura; 175 años que reflejan la evolución de este bello arte desde el siglo XIX hasta bien entrado el XX, desde el Romanticismo y clasicismo hasta el arte contemporáneo.
Éste cuadro, de Pierre Bonnard, es un ejemplo claro de la sensibilidad de Duncan. En medio del cubismo y el surrealismo, el trabajo de Pierre tenía una tensión entre la placidez y el onirismo; en él había sugerencias, veladuras y audacia en la composición. Al mismo tiempo que era pintor de taller, trabajaba en una agencia de publicidad y fue el primer pintor que salió a la calle con una máquina de fotos (memorables sus retratos con cámara de Monet y Renoir).
Movido por el instinto de captar nuevas promesas del arte, Duncan empezó a coleccionar cuadros de la década de los años 20. Con el nacer de las vanguardias y poco tiempo después de fallecer Modigliani consiguió, en 1949, el retrato de "Lena Povolozky".
El apasionado coleccionista era nieto de uno de los primeros magnates de la industria de acero y supo invertir el dinero heredado con la misma destreza que si se tratara de una importante empresa.
Había conocido a la pintora Marjorie Acker en una exposición en el año 1921, reconociéndose en el acto como almas gemelas y casándose ese mismo año. Juntos visitaron Europa y en 1923 surgió, en Francia, el flechazo con lo impresionistas. A Marjorie le gustaba pintar para celebrar la maravilla del mundo y, según su marido, "era una artista luminosa y rítmica cuyos paisajes eran como figuras; ella había nacido, sin duda, para pintar". Ella fue la que más le impulsó para que la Galería fuera de vital importancia para el arte contemporáneo de hombres y mujeres.
Kennet Hayes Miller era una de las pintoras americanas con una gran originalidad creativa y sincera independencia; mostraba a las mujeres de su tiempo tal y como eran, sin adornos ni ensoñaciones y participó activamente en los encuentros que Duncan hacía con los artistas.
Más que un simple "marchante de arte" era amigo de los pintores y consiguió que su museo fuera como una especie de centro de investigación para que, sin la barrera del tiempo, los artistas pudieran aprender unos de otros y de sus antepasados. Era una forma novedosa de entender el mundo del arte, dinámica y divertida, en la que la ilusión era el motor de todo lo demás. Coleccionando cuadros aprendió y su gusto fue evolucionando pasando de un conservador simbolismo comprensible a considerar que "el deber del mecenas es estar atento y mostrarse abierto de miras alentando a los creadores arriesgados e innovadores prestándoles ayuda y colaborando en sus esfuerzos".
Me parece importante recordar a Marjorie, en este autorretrato, porque la Colección Phillips no hubiera sido lo mismo sin ella. Fue una pareja que formó un buen equipo, audaz, joven y con coraje. El arte actual tiene mucho que agradecerles y os sugiero dar una vuelta por la Caixa, merece la pena...
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