Para disfrutar de ella ya no es necesario que nos desplacemos hasta la Provenza francesa, sino que a una hora de Madrid, en la Alcarria (Guadalajara), desde hace cinco años y en el mes de julio, un pueblo llamado "Brihuega" se viste de color azulado para festejar la floración de la planta y organiza un festival.
En el kilómetro 7,7 de la carretera que va de Brihuega a Malacuera, se lleva a cabo el Festival de Lavanda. A lo largo del mes de julio se realiza la cosecha y, después de cortar las flores de forma artesanal en manojos, se dejan secar al sol lentamente. Pasados unos días el agua se evapora y deja la más preciada de las esencias. Camino de los alambiques, se deja atrás un año de mimo y cuidados con 75 años de experiencia.
Lo que empezó siendo un evento entre amigos, se ha convertido en algo exclusivo y reservado para elegidos que podrán disfrutar de una experiencia emocional y sensorial inolvidable en un marco incomparable. Sentarse en medio de sus campos florecidos, todos vestidos de blanco, y empaparse de su aroma es único. Cada uno lleva su silla y se escuchan conciertos al atardecer.
Después, una cena pic-nic buffet bajo las estrellas y tomando un gin-tonic aromatizado a la lavanda y preparado por expertos cocteleros.
Brihuega es el jardín de la Alcarria y alberga una de las plantaciones de lavanda más importantes de España sencillamente espectacular. El pueblo forma parte activa del Festival y durante todo el mes recibe visitantes.
Tiene mucho encanto y debajo de sus suelos hay abundantes aguas y manantiales con poderes curativos y medicinales.
Hay cosas muy interesantes que ver y recorrerlo es un valor añadido al Festival. Se puede gozar de su gastronomía, de la amabilidad de sus habitantes y de un aire limpísimo.
Es uno de esos lugares que con su "buen hacer" atrae turismo de calidad, del que valora, cuida y respeta el lugar y luego lo cuenta a sus amigos (sin duda la mejor campaña publicitaria).
Creo que, ahora que todo el mundo hace viajes tan exóticos y sofisticados cuyos destinos son difíciles de localizar en el mapa, se podría retomar la buena costumbre de conocer lugares más cercanos, pero con tiempo y sin prisas. La aceleración, la forma de actuar impulsivo-compulsiva y el trote (del que ya he hablado otras veces) no son la mejor forma de disfrutar, ver o volver a ver. A España hay que explorarla, valorarla, apreciarla... pues "cuánto más se la conoce más se la ama"...
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