sábado, 13 de agosto de 2016

STONEHENGE

En los viajes, como en la vida, pasan cosas en las que el azar y la ironía consiguen más que la lógica. Yo iba a ver la ciudad portuaria de Southampton, al sur de Inglaterra, cuando me vi en otro lugar que hacía tiempo que quería conocer, pero al que llegué por un cúmulo de circunstancias no previstas por mí...
En  el condado de Wiltshire hay una región caliza, no lejos del río Avon, en la que se encuentra "Stonehenge", un gran monumento megalítico y enigmático. Me sorprendió su arquitectura, parecida a un monasterio construido, no con argamasa y piedra, sino con bloques rectangulares de piedra.


Se pensaba que su nombre venía de stone (piedra) henge (monumento con borde circular) pero en el siglo XII, Geoffrey de Monmouth dijo que esas piedras recordaban a las vigas en las que el pueblo sajón colgaba a los criminales (la horca de piedra o la piedra del colgado). Luego, habló de un círculo de gigantes petrificados y más tarde aseguraba que el mismísimo Merlín las había traído de Irlanda por medio de extraños artefactos. En 1620 el arquitecto Iñigo Jones lo calificó como templo romano y John Aubrey sugirió por primera vez que había sido construido por druidas (pero existía dos mil años antes...)

Ya, en el siglo XX, el astrónomo Sir Norman Lockyer (que no era arqueólogo) se dio cuenta de que una persona al pie del altar, observando hacia la piedra talón, podía ver la salida del sol en el solsticio de verano (21 de junio) y afirmó que habían sido los neolíticos (precélticos) los que levantaron el conjunto.
En realidad se trataba de un templo dedicado a las salidas del sol y de la luna, un antiguo observatorio astronómico. El sol y la luna regían el ciclo de las Estaciones, un calendario que bien observado ayudaba a los campesinos en sus actividades agrícolas, de la misma forma que a los que domesticaban el ganado. Pasado el tiempo se convirtió en lugar sagrado y funerario.
A mí es la explicación que más me convence, pues la espectacular llanura de Wiltshire es la región más elevada de las planicies que la rodean. Es lógico que allí se levantaran los mayores campamentos prehistóricos, pues por entonces las Tierras Bajas de Gran Bretaña eran inhabitables debido a los espesos bosques que las cubrían.
Los agricultores buscaban para el cultivo los altos collados de tierras arcillosas y calcáreas; su blando suelo y escaso grosor les permitía trabajar con facilidad. Parcelaban el terreno y cultivaban cereales.



Jamás olvidaré la sensación que sentí, en aquellas tierras tranquilas de espacios infinitos, de que bajo ellas yacía una corriente de tenacidad y constancia que no se ha perdido a lo largo del tiempo, y esa vivencia me impresionó más que el renombrado monumento... Es en esa zona de Inglaterra donde mejor se percibe su alma y por eso yo no me canso nunca de volver.

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