sábado, 3 de septiembre de 2016

SAN ANTONIO Y EL BOSCO

Este cuadro es de El Bosco y su protagonista es San Antonio (siglos III y IV de nuestra era), pionero de la vida eremita (éremos: solitario). Dejó el mundo para buscar a Dios y servía al mundo al nivel de sus necesidades más profundas. A partir de él se desarrolló el monaquismo. En los siglos X y XI surgieron muchas vocaciones en Europa (hombres y mujeres) y después de la 2ª Guerra Mundial hubo gran anhelo de soledad.


La carencia o falta de estimulación de los sentidos produce alucinaciones y éstas tienen que ver con formas de animales (como ocurre en los delirios de base orgánica como el delirium tremens). San Anotonio y el cerdito es una imagen que habla de la relación entre el místico y sus alucinaciones de animales y entidades infrahumanas y que ha quedado eternizada por el Bosco.
El santo es acuciado por alucinaciones tenebrosas y amenazadoras que representan el lado oscuro del mal y de ahí su carácter de tentación (sexo, poder, riqueza... los anzuelos de Lucifer para engañar al héroe e impedirle que cumpla con su ideal de perfección). El mal es necesario y existe para ser superado por el bien.

 Los eremitas se especializaron en una enfermedad llamada "el fuego de San Antonio" que aparecía por la ingestión de cereales contaminados por un hongo llamado cornezuelo de centeno; provocaba un cuadro mortal que empezaba con alucinaciones y episodios psicóticos así como una vasoconstricción generalizada que terminaba con necrosis periféricas, úlceras y toda clase de lesiones, hasta el fallecimiento.
Aislarse y no consumir el hongo fue el origen de la peregrinación para alejarse de los cereales contaminados.
En los desplazamientos, los eremitas asistían a los peregrinos, como ayuda complementaria, atendiéndoles cuando alucinaban y dando sentido a aquellas visiones en clave de salvación ("curar a otro es posible si el que cura, a su vez, ha logrado curarse de la dualidad").
El mal ha de ser asumido pues es necesario para alcanzar un bien común de nivel más elevado: "es preciso que el placer tenga sus penas y el dolor sus placeres". El bien y el mal mantienen relaciones como opuestos complementarios y es necesaria la oscilación entre los dos.

 Es fácil negar o blanquear el mal, pero eso es la causa de una sociedad en la que lo deseable, lo ideal y sus simulacros la han dejado en un estado de inmunosupresión donde el mal siempre está en el otro.
El santo, el héroe, se enfrenta a su sombra, a su parte oculta y a sus visiones (atemorizantes y aterradoras) y de esa forma no es un adorador teórico del bien.
Cuando alguien es capaz de integrar la maldad intrínseca y se enfrenta a ella cara a cara, se transforma, crece, evoluciona.
 Y eso es precisamente lo que, según mi opinión, nos transmite este magnífico pintor en pleno siglo XXI: nos hace reflexionar y recordar que todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras, somos ángeles y demonios, pero eso no nos debe asustar, sino que nos debe llevar a doblegar al dragón en el momento que aparezca (venga de donde venga) para lo que tenemos que estar despiertos, alerta.
"Yo, vuestro hermano mayor, os doy aquello que la experiencia me ha enseñado" (apotegma o breve ocurrencia de San Antonio).

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