La confianza es la esperanza firme que tenemos en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada o en que otra persona actúe como deseamos. También se refiere a la seguridad que tenemos al emprender una acción difícil o comprometida.
Tener un sentido interno y realista de nuestras capacidades es algo crucial para gestionar los retos emocionales y alcanzar nuestros objetivos, pero tanto para nuestra salud mental como para nuestra resiliencia es fundamental que seamos capaces de confiar.
Cuando confiamos, no sólo fortalecemos nuestras capacidades sino las de los demás, porque la confianza es un ingrediente mágico de las relaciones humanas. Es cierto que cada vez nos cuesta más ponernos en manos de otras personas, fiarnos de los expertos y asumir riesgos, pues actualemente la confianza es un valor que está en crisis, por eso, si realmente pretendemos revitalizar las relaciones personales y sociales, debemos reflexionar sobre este pegamento que une nuestra vida a la de los demás.
Sin confianza no podemos mantener relaciones en el tiempo y que éstas den frutos. Cuando los demás confían en nosotros, nos sentimos más valorados y aumentan nuestras ganas de colaborar, somos más creativos y capaces de aceptar riesgos.
La confianza está siempre presente en nuestra vida, hasta en las cosas más pequeñas de lo cotidiano, pues ata o une nuestra voluntad incierta a una certeza que aún no poseemos (cuando abrimos el grifo confiamos en que salga el agua...). En realidad es una relación esperanzadora con lo desconocido, un abandonarse.
Necesitamos la confianza como lubricante de la vida social, ya que agiliza las relaciones e impide que la valoración de los riesgos bloquee las decisiones. La vida sólo puede avanzar sin garantías. Hay que tener el coraje de confiar para poder crecer, evolucionar.
Para que los demás confíen en nosotros, nuestras obras deben preceder a nuestras palabras, dejando traslucir que deseamos el bien de la otra parte. Nada corroe más las relaciones que la mentira y nada las favorece más que la integridad, la coherencia y la fidelidad. Comunicar valores, talentos y deseo de servir es la mejor manera de establecer vínculos estables y beneficiosos.
Decía Aristóteles: "La belleza atrae, la inteligencia encanta y la bondad retiene".
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