miércoles, 6 de septiembre de 2023

LILY MILLET

 

En este retrato pintado por Sargent, podemos contemplar a Lily Millet a la edad de treinta años en todo su esplendor. Una niña bien, segura de sí misma y sin prejuicios, que nació en Boston (1855) en plena Gilded Age de las finanzas en EEUU. Y es que, desde mediados del siglo XIX y comienzos del XX se produjo la mayor productividad de América del Norte, su población se triplicó y su riqueza global se multiplicó por trece gracias, fundamentalmente, a la exportación de productos metálicos de todo tipo. Llegó a haber unos cuarenta mil millonarios en un corto período de tiempo.

Elisabeth Merril (Lily), hermosa, resuelta y muy vital, se casó por lo civil con Francis Millet, amigo de su hermano en Harvard, que la fascinó nada más conocerle por su increíble don de gentes y por la contagiosa naturalidad con la que respiraba el aire de los dos hemisferios. La boda se celebró en Montmarte (París, 1879) y uno de los pocos testigos de la misma fue Mark Twain, que definía como "un Millet" a las personas extemadamente encantadoras y divertidas.

Lily se atrevió a aportar su atrevido punto de vista en una era de conformidad y - como su marido - pretendía transformar el panorama artístico, social y cultural del momento en que le tocó vivir. Ambos estaban de acuerdo en que era preciso incitar la imaginación para producir un cambio de actitud, en el que la transversalidad estuviera presente, tanto en la vida personal como colectiva.

Francis tenía amistad con muchos artistas europeos e impulsaba a los jóvenes americanos a viajar para ampliar sus horizontes y abrir nuevos mercados. A través de William Morris y otros prerrafaelitas conoció un pueblecito llamado Broadway (Worcestershire, Inglaterra) que le inspiró para crear aquel mismo verano la colonia de artistas que había proyectado.

Entusiasmada con la idea, Lily se implicó de lleno en dicho proyecto y el 23 de mayo de 1885 partía con sus dos niños y su cuñada Lucía Millet desde New York hacia la campiña inglesa. En junio ya se habían instalado en Farnham House, una antigua casa de piedra del siglo XVII, que alquilaron en el centro de Broadway. A finales del mes llegaron los primeros invitados desde Boston, entre ellos el ilustrador F. Barnard con toda su familia, y en agosto aparecía Francis procedente de Roma y Edwin Austen Abbey con un grupo de modelos.

Tanto Lily como Lucía estaban lejos de la mentalidad de las ricas herederas de su país, que desembarcaban en el viejo mundo para contraer matrimonio con aristócratas cuyas propiedades y estilo de vida estaban en serio peligro de extinción. Sin embargo, coincidían con ellas aportando dinamismo y modernidad (con su estilo de vida, decoración de interiores y diseño de jardines) en un lugar en el que parecía haberse detenido el tiempo...

Unas y otras fueron un auténtico soplo de aire fresco, pero al mismo tiempo gozaban de la cercanía de su modelo a seguir - en cuanto a distinción y buen gusto - para ir desarrollando su refinamiento estético y social. Se trataba de un inteligente intercambio entre ambos mundos que, a lo largo del tiempo, daría magníficos resultados.



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