sábado, 22 de noviembre de 2014

LA INSTITUTRÍZ

En la época victoriana, los ingleses crearon un término para designar a una figura femenina que emergía de las necesidades sociales del momento; me refiero a "the governess" una mujer, generalmente joven, cultivada y con ganas de emprender el vuelo ganándose la vida de la forma más adecuada posible.

Las madres de la alta clase media, que iba adquiriendo fuerza, no estaban a la altura de las circunstancias para educar a sus hijos de acuerdo con las exigencias de pertenecer a una gran potencia mundial y, por otro lado, las nannies (niñeras) no tenían que educar, sino cuidar a los niños.

La traducción que más me gusta para la palabra es "institutríz" pues su papel fundamental era instruir y educar a los niños que estaban a su cargo. No podía dedicarse a dicha profesión cualquier persona, sino que debía tener una cualificación y preparación muy precisas. En el Victorian Nursery Book  se recoge información, testimonio e ilustraciones de cómo funcionaban  las nurseries, ese espacio dentro de la casa donde los más jóvenes pasaban largas horas acompañados por sus institutrices.

Agnes Grey, la protagonista del libro del mismo título escrito por la menor de las hermanas Brönte, Ana Brönte, refleja como nadie la ilusión por el inicio de su salida al mundo para ganarse su propio salario e independencia, aprovechando la cultura asimilada durante sus años de juventud en la Rectoría de su padre.

Sólo las que se revelaban ante la posibilidad de conseguir un buen marido para asegurar su futuro, tenían el suficiente coraje para emprender la aventura de su vida.. Dado que lo más aceptable era ser costurera o maestra, las más cultivadas se decantaban por lo segundo; a pesar de las tristezas y sinsabores que tenían que experimentar, las compensaba el hecho de ir ganando seguridad en sí mismas y crecimiento personal.

El gran problema, como todo lo nuevo, era que su ubicación en la casa no resultaba fácil, pues estaba en tierra de nadie (no pertenecía ni a la familia ni al servicio) y pasaba largas horas en su habitación, lo que le permitía seguir enriqueciendo su mundo interno y fortalecerse ante las adversidades.

¡Cuánto tienen que agradecer los británicos a este ejército silencioso de mujeres de primera línea que llegaron a formar una sociedad "bien musculada"!


¿Qué tal si vamos encargando el libro como regalo de las Navidades que se aproximan y nos empapamos de buena educación? No nos vendría nada mal empezar desde las raíces e ir cimentando una sociedad nueva, responsable y "con fundamento"...

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