sábado, 28 de febrero de 2015

LA CONDESA DE VILCHES

Amalia era una aristócrata española que se casó con Gonzalo José de Vilches y Parga en 1939 y en 1945 fueron "Condes".

El cuadro, considerado la obra maestra de Federico de Madrazo, refleja la plenitud de la belleza de ella y la artística de él. Fue una amiga muy especial, incluso se podría pensar que el amor de su vida, con la que compartía sus inclinaciones hacia el arte en sus diversas manifestaciones.

Es un retrato romántico con pureza de línea, pincelada suelta, luz centrada en el pesonaje con fondo en penumbra y apenas definido, que nos muestra una expresión delicada y sutil con enorme detallismo en el traje y los complementos.

Monárquica con gran inclinación política y cultural, promovió en sus salones a artistas, intelectuales y hombres de Estado de su tiempo. Hizo colaboraciones, como escritora, en "La Revista de España" y llegó a publicar dos novelas (Berta y Lidia).

Pero lo que más me atrae de ella es su gran amor hacia la palabra en todas sus versiones. Apasionada por el teatro, llegó a montar un escenario fijo en su propia residencia. No sólo era una buena actríz, sino que también estaba dotada para el canto.

En el retrato, el pintor rompe con lo establecido y se deja llevar por la influencia francesa, consiguiendo una atracción y seducción en la mirada, en la postura y en los detalles, que convierte a la protagonista en un ser con un magnetismo irresistible debido a su elegante sensualidad.

Es la primera vez que Madrazo busca su libertad y no pone la menor cortapisa a su creatividad. Como buen romántico da un salto y va más allá de lo anterior...

Actualmente se puede contemplar en el Museo del Prado y es de esas obras que no dejan indiferente a nadie. Fue criticado, en su momento, pero lo cierto es que cuando una obra transmite "alma" es difícil que no resulte imperecedera...

A mí, personalmente, me parece una joya, una auténtica "obra de arte" que expone, con toda nitidez, la unión perfecta de la inteligencia y la sensibilidad...

Si nos fijamos, no hay una sola línea que no sea curva en toda la composición. Hasta las esquinas del cuadro fueron "redondeadas" por su autor para que nada rompiera la armonía. Son ese tipo de aportaciones originales las que convierten a cualquier obra en algo que está por encima de las demás, las que has hacen atemporales y se pueden disfrutar siempre...






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