martes, 26 de julio de 2016

RASSELAS PRÍNCIPE DE ABISINIA

La madrileña Inés Joyes y Blake (1731-1808) cuando tenía 67 años tradujo al español un libro de Samuel Johnson que se titulaba "Rasselas Príncipe de Abisinia".
Católica burguesa de padre irlandés y madre francesa, dominaba varios idiomas y traducía con mucha soltura.
No es extraño que esta avanzada de la Ilustración española eligiera a Johnson, amigo de muchas escritoras y defensor del talento de la mujer.
Rasselas era una fábula iniciática de corte empírico propio del siglo XVIII inglés. En un escenario idílico, "el valle de la dicha", el emperador de Abisinia aislaba a sus vástagos del mundo exterior, pues la realeza no debía sufrir las desgracias que asolaban al mundo.

Samuel Johnson daba una vuelta de tuerca a la novela moralizante y dejaba un poso entre irónico y desencantado muy interesante. Rasselas, el cuarto hijo del emperador, decidió escapar al exterior junto a un poeta y su hermana.
Su periplo por el fantástico Egipto que Johnson describía le deparó multitud de sorpresas, descubrimientos, concocimientos y sinsabores...
El autor se alejaba del estilo ejemplificador de Rousseau o Voltaire y se limitaba a describir en un relato coherente, intenso y lúcido una historia cargada de escepticismo.
Inés, en el apéndice de esta obra, incluyó la "Apología de las mujeres", un ensayo, escrito en modo epistolar, dedicado a sus hijas y en el que abordaba la situación de la mujer. Denunciaba la desigualdad que padecía, la escasa educación que recibía y la doble moral sexual de la sociedad de su tiempo.
"No puedo sufrir con paciencia el ridículo papel que hacemos las mujeres en el mundo, unas veces idolatradas como deidades y otras despreciadas incluso por hombres que tienen fama de sabios. Somos queridas, aborrecidas, alabadas, vituperadas, celebradas, respetadas, despreciadas y censuradas".


Me ha parecido un hallazgo descubrir a esta mujer, absolutamente desconocida, que supo traer a nuestro país al escritor más querido por los británicos (después de Shakespeare) y al que tanto admiraba Jane Austen por su frivolidad exquisita, la exposición de los sentimientos de su tiempo, el uso de los gerundios (presente continuo) y sus díalogos chispeantes. En aquel momento España estaba volcada en los autores franceses por lo que la aportación de esta atrevida autora es magnífica. Está claro el paralelismo que hace entre Masselas y la mujer que se atreve a salir del mundo conocido y se lanza a lo desconocido, a la libertad y la creatividad. Me gusta mucho que haya editoriales que estén intentando rescatar a mujeres que, habiendo dejado huella, pasan inadvertidas (Perséphone es una de ellas).

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