jueves, 15 de diciembre de 2016

MARYLEBONE

Marylebone es un barrio de la ciudad de Westminster, en el centro de Londres. Aunque parezca que viene del francés (Mary la bonne), su nombre se debe a que su iglesia original, St. Mary, estaba a la orilla de un arroyo (bourne), de ahí St. Mary at the bourne (Marylebone). Me gusta su sentimiento de comunidad pequeña perteneciente a otra mayor y que reivindiquen su lado más tradicional y artesanal. En su farmer´s market de los domingos por la mañana se detecta el pulso de su forma de vida.

Está al sur de Regent´s Park y en él se lleva un vida tranquila al más puro estilo británico: la naturaleza forma parte de lo cotidiano. Colegios, galerías de arte, tiendas de autor con un gusto exquisito (Cath Kidston, Kushi tea, Emma Bridgewater, Oliver Bonas...), lugares muy agradables para comer o tomar algo, su Museo con la Wallace Collection y la famosa librería "Daunt Books". Una vez dentro, el lugar es acogedor, con colores clásicos, olor a madera y a papel, largas entanterías repletas de libros y claraboyas que bañan el espacio con luz natural.

En realidad lleva 20 años como librería de viajes y los libros se hallan colocados geográficamente (hay que buscar el origen del autor). Más que una tienda parece una biblioteca, con cómodas mesas y sillas para echar un vistazo a los libros, grandes jarrones de flores y un silencio casi total.

 Es muy frecuente ver sus características bolsas verdes con libros junto a la cesta de la fruta o del pan en una bicicleta durante los fines de semana, que es cuando la gente puede disfrutar de la vida de su barrio de verdad. El contacto directo entre los compradores, vendedores, vecinos, paseantes... hace que las relaciones humanas sean más cálidas y naturales. Es cierto que es una zona muy cara, pero como ocurre siempre en la vida, no es cuestión de tener sino de ser: se puede dar prioridad a la calidad de vida y prescindir de otras "necesidades" superfluas, se trata más bien de tener clara la escala de valores.
Es, bajo mi punto de vista, el contrapunto perfecto de la comercial calle Oxford en la que un sábado por la tarde  te sientes formar parte de un río de gente apresurada que va en busca de ¿quién sabe qué?

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