lunes, 14 de agosto de 2023

MANET Y MORISOT

 

La pintora impresionista Berthe Morisot hizo de modelo para los cuadros de Édouard Manet en múltiples ocasiones. Se conocieron en el Louvre (1868) mientras ella trabajaba como copista y pronto surgió entre ellos una magnífica amistad. Ambos pertenecían a familias cultivadas de la alta burguesía francesa y tenían muchos intereses en común. 

Berthe nació en Bourges (1841) y, junto a su hermana Edma, recibió clases privadas de los más prestigiosos profesores de dibujo y pintura, que las fueron introduciendo en los círculos artísticos más interesantes. Cuando ella tenía veinte años fueron discípulas de Camille Corot, el paisajista más famoso de Francia, que las introdujo en la pintura plein air (al aire libre) y les supo transmitir la fidelidad a la sensación óptica obtenida ante la naturaleza en determinadas condiciones de atmósfera y luz (precursor del Impresionismo).

En 1864 expusieron por primera vez en el Salón de París y, después de conocer a Manet, al no poder asistir a las tertulias bohemias del Café Guerbois por ser mujer, Berthe empezó a organizar los martes por la tarde, en la casa de sus padres, veladas con artistas, intelectuales y hombres de letras. Por su parte, Manet hacía lo mismo los jueves, de tal forma que el círculo se fue ampliando considerablemente. 

Cuando se produjo la Guerra Franco-Prusiana (1870) se fue a vivir con su hermana (que dejó la pintura al casarse) y aprovechó para pulir sus técnicas, temáticas, la expresión psicológica de sus personajes y el manejo único del blanco. Sólo dos años más tarde, vendía 22 cuadros y exponía por primera vez con los impresionistas.

Y fue en aquel mismo año (1872), cuando estaba en lo más alto de su carrera, cuando Édouard Manet le pidió que fuera su modelo para el cuadro "La Dama del Sombrero Negro", el cual tuvo un éxito sin precedentes.

Se casó cuando tenía 33 años con Eugène (hermano pequeño de Édouard). Aficionado a la pintura y con grandes influencias en el mundo político y literario, apoyó la carrera de Berthe de forma incondicional e incansable. Tuvieron una hija, Julie, y pasaron unos meses en la isla de Wight (Inglaterra) donde Berthe desarrolló una especie de taquigrafía visual, de pinceladas cortas y rápidas, que dio a su pintura un toque muy personal. Pronto sería invitada a muestras en Londres y Nueva York, pues la frescura luminosa de su paleta, su forma llibre y vigorosa de utilizar el pincel y la atmósfera poética de sus lienzos lograron que se convirtiera en la primera mujer pintora impresionista de todos los tiempos y como tal reconocida y admirada dentro y fuera de Francia.

Falleció con 54 años y según Paul Valéry: "Su pintura podría considerarse el diario de una mujer expresado a través del color y el dibujo".


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