viernes, 16 de enero de 2015

LECTORA CÓMPLICE

"Jeune Fille" es cómo se llama éste cuadro, que me encanta, del pintor veronés (nacido en 1707) Pietro Antonio Rotari. Pertenecía a una familia noble, lo que le permitió viajar a Venecia, Roma y Nápoles antes de volver a su ciudad natal y montar allí un taller de pintura. Pero más tarde fue nombrado pintor oficial de la corte en San Petesburgo, dónde se instaló definitivaente, siendo lo más destacado sus retratos.

En la mano tiene un librito muy bello que representa la más digna morada de la palabra, la verdadera protagonista, que se encuentra enmarcada en su interior abriendo y cerrando las puertas del discurso. Por otra parte, la expresión de la joven lectora me sugiere que ha sido hábil para interpretar, asociar y transformar lo que ha leído.

Me da la impresión de que ella no sólo ha descodificado unos signos, sino que ha recibido el mensaje del autor del texto. Intuyo que conoce las palabras, que maneja los léxicos, que tiene capacidad de reflexión... pero, sobre todo, "su mirada"

denota que tiene respeto hacia el autor y el texto, que no le ha juzgado, que no ha leído lo que esperaba sino que ha sido sorprendida y ha captado la esencia. Ha tenido el coraje de ir al encuentro del autor y ha sabido interpretarle, ha quitado lo superfluo, ha reagrupado lo disperso, ha sopesado... ha entendido el mensaje y responde con su gesto...

Está muy agradecida, divertida y con cierto pudor muestra su inmensa satisfacción porque la lectura del libro le ha consentido crear espacios que no están sometidos a las leyes físicas; le ha permitido ampliar sus posibilidades de conocer, amar y disfrutar más allá de lo puramente sensible. Los mundos virtuales literarios, el flujo y el reflujo continuo que la ha posibilitado conocerse, interpretarse, evadirse, transformarse y transformar le hacen sentirse una persona diferente, algo importante ha cambiado y ella lo manifiesta.

Como escritora, percibo la complicidad de una lectora de mente clara y corazón puro que disfruta de verdad con el placer de la lectura sin ponerse en el lugar del "autor" como hacen los más críticos.



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