domingo, 4 de enero de 2015

SAN SEBASTIÁN, CAPITAL EUROPEA DE LA CULTURA

Acabo de leer que San Sebastián o Donosti (Donostia) será "La Capital Europea de la Cultura" en el 2016, lo cual me ha dado una gran alegría y me ha parecido un acierto rotundo en todos los aspectos.

Se ha valorado, para su elección, su fuerte compromiso contra la violencia y la idea de usar la cultura para ello. Compartirá el título con la ciudad polaca de Wroclaw.

Se impulsará su lengua, su cultura y un período de normalización en un marco de respeto democrático a todas las personas y pueblos. El usar la cultura como herramienta para generar conciencia pacífica en una Europa que sufre una crisis de valores y está bastante desfigurada es una apuesta seria y responsable.

El acto oficial de inauguración tendrá lugar el día de su fiesta patronal, 20 de enero de 2016, con 9000 niños de toda Europa que darán inicio a doce meses de fiesta cultural con redobles de tambores y barriles en una "gran tamborrada".

Se pondrán en marcha embajadas itinerantes en un barco (réplica de una embarcación del siglo XV) por todo el arco Atlántico; un tren transfronterizo cruzará todo el Continente Europeo; una carpa de circo irá de gira y una oficina móvil recogerá aportaciones y sugerencias.

"Semilleros de paz para la reconciliación" llevarán a cabo sus actividades en lugares emblemáticos como Gernika (Vizcaya), Aránzazu (Guipúzcoa), Estrasburgo y San Sebastián. Habrá un encuentro de Premios Nóbel de la Paz.

Anteriormente, en el año 2002 obtuvo el nombramiento Salamanca y en 1992, Madrid.

Será una magnífica ocasión para celebrarlo degustando uno de sus pasteles más típicos: "la pantxineta", pastel de hojaldre con crema pastelera y almendra por encima que fue creado en la guerra debido a la escasez de ingredientes.  Anteriormente,  la Reina Maria Cristina tenía preferencia por el bizcocho de almendra, por lo que pasó a llamarse "Bizcocho Real.

En 1885 la reina trasladó la corte de verano a San Sebastián, lo que le dio un auge enorme. Era entonces cuando empezaba la Belle Époque Donostiarra. Enamorada del bellísimo lugar se hizo construir (con dinero privado) el Palacio de Miramar, que era un cottage firmado por un arquitecto inglés, pero levantado por uno vasco. En él vivió los momentos más felices de su vida y no dudó, durante la guerra, en convertirlo en un hospital.

Nadie mejor que ella supo mezclar con mucha sabiduría lo serio, disciplinado y riguroso con la mejor repostería venida del centro de Europa. Tenía mucho sentido del humor y practicaba deportes de todo tipo, por lo que vivir junto al mar le daba una gran libertad. Recibió a lo más granado de la realeza y la nobleza y enalteció el lugar como nadie lo había hecho. Incluso llegó a recibir a la Reina Victoria de Inglaterra.

Para terminar, no dejéis de ir a la pastelería Otaegui para degustar o llevar una exquisita "pantxineta"...

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