viernes, 16 de septiembre de 2016

LIBRO DE JUEGOS

No está muy claro si el mundo infantil que refejó Kate Greenway era de su tiempo o se lo inventó consiguiendo que la realidad llegara a parecerse a su fantasía.
La popularidad de esta autora en su época (1846-1901) fue enorme y sus magníficas ilustraciones merecieron los elogios de los más famosos críticos de arte, como John Ruskin, por ejemplo. Tanto su prosa como su dibujo optaron por la línea clara y es un placer la combinación de ambos.
Y esos increíbles niños y niñas, que rara vez prescindían de sus sombreros o capotas, parecían flotar por prados y salones como personajes de Puvis de Chavannes (pintor del simbolismo francés).
Los Trompos, los Aros... y otros juegos son una delicia, pero a mí me encanta el de "Formación de Palabras": se da a todos los jugadores papel y lápiz. Entonces eligen una palabra larga, por ejemplo Mediterráneo, y cada jugador la escribe en su papel. Cuando lo han hecho, toman la letra M y tratan de hacer tantas palabras como puedan que empiecen por esa letra. Se les da dos minutos, y luego van leyendo las palabras que han formado. Si alguno tiene una en la que ninguno de los otros ha pensado, se apunta un tanto. Luego, se apunta la siguiente letra, e, y el juego sigue hasta que se acaba la palabra. El que tiene más puntos gana.

Otro de los juegos que me gustan es: "Quiero a mi Amor con A": uno de los jugadores dice: quiero a mi amor con a porque es amable; la odio con a porque es aborrecible; se llama Alicia; vive en América y le regalo un albaricoque.
El jugador siguiente dice: quiero a mi amor con B porque es bonita; la odio con b porque es boba; se llama Berta; vive en Birmingham y le regalo un brazalete.
El jugador siguiente empieza con la C; el siguiente con la D; y así sucesivamente hasta que se acaban las letras del alfabeto.
Éstos niños felices, queridos y cuidados idealizaban el sentido de la inocencia y ése era su principal atractivo. 

Tengo un trato muy directo con los niños y cuando les muestro libros de esta autora se quedan ensimismados. No es verdad que las famosas maquinitas y la tecnología punta sofoquen sus auténticas inclinaciones. En todas las épocas y en el mundo entero hay un denominador común propio de la infancia: aprender jugando y jugar aprendiendo, pero de una forma fácil, tranquila y atractiva. No podemos permitir que su mayor tesoro, la imaginación y la fantasía, no se desarrollen al máximo pues les estaremos privando de una riqueza inconmensurable para su formación y su bienestar en el futuro.
Lo digo con frecuencia y no me canso de repetirlo: el mejor regalo que se puede hacer a los más pequeños son buenos libros ilustrados de gran calidad, pues no sólo se les estimula la lectura, sino la sensibilidad y el ir formando su propia biblioteca.
¿Quién no se emociona con los libros de su infancia en las manos?




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