domingo, 18 de septiembre de 2016

ELLEN KEY

La escritora sueca Ellen Key (1849-1926) pasó su tranquila vejez en una casita blanca que se hizo construir a orillas del lago Watern, un mar interior al que llegaban las olas del océano, pero no el eco de las discusiones que provocaban sus libros. Allí sólo tenían entrada viejos y fieles amigos que encontraban a una señora de rostro cansado, dulce y expresivo, enmarcado en una plateada cabellera.
Las duras batallas de juventud estaban lejanas. En su hogar reinaba una paz plena de seguridad y orgullo. Ellen esperaba su fin con la alegría del que ve que sus ideas se van abriendo camino y que cada día que pasa se hacen más vivas y fuertes.
Había tenido un gran y misterioso amor, muy desdichado, que fue la fuente de la que bebía su razón y lo que le dio fuerza para difundir y sustentar sus teorías. Era aguda y profunda en el estudio de la psicología amorosa y en sus libros no sólo había literatura, sino "vida".

Se decía que su obra era confusa, contradictoria y llena de repeticiones; un lector lógico se desorientaba con ellas. Sus ideas se manifestaban en el desorden y la improvisación de la vida cotidiana.
Los que la valoraban decían que era como un río, de corriente violenta, que a pesar de torcerse y de las dificultades del terreno, llevaba al mar unas aguas más frescas, puras y limpias.
Y es que, la más célebre y combativa feminista moderna reaccionó con un folleto antifeminista.

Frente a la feroz lucha por conseguir la igualdad entre el hombre y la mujer denunciaba que ésta había llegado a considerar como baja e impura la función del amor, llegando a menospreciarla. En su brutal competencia profesional con el varón estaba olvidando su esencia femenina.
Recordó que el amor y la maternidad no estaban reñidas con las conquistas intelectuales, morales y políticas conseguidas por la mujer, sino que enriquecían y dignificaban el papel de madre (física o espiritual).
El amor es el terreno más fecundo para la evolución. Si se brinda a los niños un hogar pacífico y armonioso ellos podrán desarrollar todas sus potencialidades dentro del cariño y el cuidado sin excluir la firmeza.

La mujer levanta, con mano muy delicada, el velo que oculta los más íntimos movimientos del corazón y demuestra que en ella el deseo no viene sólo de los sentidos, sino que vive la forma más ideal y elevada del amor; su amor purifica y eleva el del hombre, que es más sensual (Ellen Key).

Me ha parecido oportuno recordar a esta gran desconocida porque su pensamiento está de rigurosa actualidad: no podemos matar el alma de los niños, pues si no les brindamos la posibilidad de que desarrollen la reflexión y la imaginación su autodesarrollo será imposible. No se trata de que lleguen a ser "alguien", sino de que se conviertan en "ellos mismos"

Dejad que la naturaleza, callada y lentamente, se ayude a sí misma procurando que las condiciones circundantes le ayuden en esa labor. Ésto es "educación" (1900).

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