jueves, 14 de mayo de 2020

GUNTA STÖLZL

Gunta Stölzl (1897-1983) a los 22 años dejó la tradicional Escuela de Arte de Munich y fue admitida en una institución recién creada que prometía emplear los métodos de enseñanza más modernos, la Bauhaus, en Weimar, una apasionante aventura. No había muebles, los alumnos se sentaban en el suelo y algunos llevaban sus viejos uniformes de soldados con parches de colores en lugar de insignias porque no tenían otra cosa que ponerse. Chicos y chicas se iban a bañar al río juntos, disfrutaban de la vida y lo querían cambiar todo, las costumbres, las formas, los colores... Se sentían liberados, había un intenso sentido de grupo y aspiraban a una sociedad igualitaria.

 En 1919 fue aprobado en Alemania el sugragio femenino y ese mismo año el arquitecto Walter Gropius fundó la Bauhaus diciendo: "no habrá ninguna diferencia entre el bello sexo y el fuerte", sin embargo las mujeres fueron relegadas al taller textil. El artista suizo J. Itten, sostenía que las mujeres carecían de pensamiento espacial y debían trabajar en algo bidemensional, como los tejidos. Pero ellas, llenas de ideas y genialidad, querían distanciarse del Art Nouveau y superar las técnicas tradicionales encorsetadas en patrones florales. Aspiraban a ir más allá.

 A pesar de que la Bauhaus era la escuela de diseño y arquitectura más moderna de Europa, prefería que sus estudiantes femeninas tejieran, pintaran o bailaran, sin embargo el taller textil, liderado por Gunta Stölzl, convirtió sus telares en un laboratorio de belleza e innovación. La institución se trasladó a Dassau y la carrera de Gunta tomó un nuevo impulso, pues ya había logrado ser profesora de tejido y debía encargarse de un enorme volumen de trabajo. Sus alumnas afirmaban que el director del departamento no hacía nada y lograron que Gunta, que era la que se lo merecía, llegara a ser la directora del departamento textil (una revolución desde abajo).

Gunta fue, por tanto, la "primera y única maestra de la Bauhaus", transformando el taller de tejido en un lugar de experimentación en el que se utilizaban todo tipo de técnicas y materiales nuevos y convirtiéndolo en el departamento más rentable de toda la Escuela. Mientras los caballeros creaban castillos en el aire, "las chicas de las telas" eran las que llevaban el dinero a casa.

En 1928 asistió a un Congreso de profesores y alumnos en Moscú y conoció al arquitecto judío Arieh Sharon, con quien se casó, pasando a ser palestina sin pasaporte alemán. No pudiendo dejar con nadie al bebé que nació después, lo tenía que llevar al taller, algo que produjo un enorme escándalo. La influencia nazi era cada vez mayor y Arieh perdió su puesto en la Bauhaus.

Gunta sufrió el antisemitismo, pintaron esvásticas en la puerta de su casa y hubo alumnos que la calumniaron. A pesar del apoyo de muchos de ellos y - sobre todo - de ellas, la dirección de la Escuela actuó con tibieza, pues ni Mies ni Kandinsky dieron la cara por su maestra. Se instalaron en Suiza y al poco tiempo su matrimonio se rompió. Su marido se fue a Israel (influyente en su país) y Gunta montó un taller textil, convirtiéndose en una empresaria de mucho éxito con sus luminosas y coloridas obras que hoy cuelgan en los grandes museos de todo el mundo...

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