domingo, 10 de mayo de 2020

KANDINSKY

Wassily Kandinsky (1866-1944) es uno de los artistas más influyentes de la primera mitad del siglo XX y una figura clave en el arte abstracto. Fue el pintor que liberó definitivamente al arte de su función tradicional: ofrecer un reflejo de la realidad visible. A partir de él, el color se hace autónomo e independiente pues "todo se volvía claro, la descripción de los objetos perdía todo sentido, en el cuadro sólo quedaban los colores. Un abismo se abría a mis pies". "El arte abstracto se negará a pintar la realidad existente para concentrar la fuerza expresiva de la obra en sus aspectos cromáticos, formales o estructurales".

En la pintura abstracta, la obra se convierte en una realidad autónoma, sin conexión con la naturaleza y como consecuencia ya no intenta representar hombres, paisajes, casas o flores, sino simplemente combinaciones de colores que intentan expresar una necesidad interior de significar. Es un proceso, una búsqueda, que a Kandinsky le llevó toda una vida. Cuando él miraba un cuadro, lo que le importaba eran los colores, la fuerza que en su combinación adquiría la obra. Viendo un cuadro de Monet, Almiar, no pudo reconocer lo pintado "y, de pronto, por primera vez, ví un cuadro. Leí en el catálogo que se trataba de un montón de heno, pero no podía reconocerlo. Me dí cuenta de que faltaba el objeto del cuadro. Lo que tenía presente era la insospechada y - hasta entonces - oculta fuerza de la paleta".

Kandinsky necesitaba crear un lenguaje visual autónomo, en donde forma y color se conviertieran en elementos expresivos con valor propio, que nos propusieran una realidad diferente a la naturaleza. Para ello, su modelo sería la música y la autonomía de los medios expresivos que en ella se empleaba, autosustentandos y directamente conectados con la emoción. Dedicó su vida a construir una "teoría de la armonía para la pintura", una regularidad interior que deberían seguir las formas y los colores. Estudió las sensaciones y efectos que colores, líneas y todos los elementos de la imagen producen en la psicología humana: amarillo (calidez, emoción, felicidad), azul (paz y lo sobrenatural), blanco (claridad, armonía, pureza), negro (oscuridad, lo desconocido, silencio eterno; frente al blanco, que es un color que permite, el negro niega), rojo (alegría, confianza, la vida misma), marrón (rojo más negro, preludia tensión), naranja (rojo más amarillo, cálido y agradable).

En este cuadro llamado "Cielo Azul", propone una solución ascética de la escala de color. No hay formas brillantes y borrosas, hay un enorme cielo azul. Las extrañas figuras pueden llamarse criaturas, pues se mueven, se regocijan y sonríen. Hay un figura que se parece a una cometa, que se contorsiona y nos mira sorprendida. En cada figura percibimos una sonrisa y no hay rotación aleatoria; cada una por sí misma y todas juntas, flotando en el cielo azul, provocan en nosotros otra sonrisa como respuesta. La obra no es completamente abstracta. A pesar de la apariencia fantástica de los seres vivos, que se divierten a voluntad del maestro, no hay conflictos, no hay enfrentamientos, no hay agresión. Sólo un movimiento general de afirmación de la vida en el espacio  y un cielo enorme, uno para todos.

"Conquistada la madurez interior, cada artista tiene algo que decir, algo valioso, y ha de superar la mano negra que alienta el miedo a la libertad. No hay razón pura en el arte". "¿Qué deseo interior personal ha expresado el artista en esta obra? Ese es el corazón de la cuestión".

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