miércoles, 6 de mayo de 2020

LE CORBUSIER

Le Corbusier, el Picasso de la arquitectura, es el más grande, fructífero y  libre representante del movimiento moderno, un arquitecto global e inagotable capaz de reinventarse plástica y conceptualmente en cada época de su vida. Fue uno de los primeros en defender la construcción estandarizada como un modo de conciliar calidad y crecimiento sostenible y sus aportaciones al uso arquitectónico y emocional del color todavía son fuente de inspiración. De su influencia da fe el hecho de que la UNESCO haya declarado diecisiete de sus obras patrimonio de la humanidad.

Nació en Suiza en 1887 y estudió artes y oficios. En París trabajó en el estudio Perret y en Alemania colaboró con Peter Behrens. En 1912 diseñó una casa para sus padres, La Maison Blanche, en Chaux-de-Fonds, su ciudad natal, que supuso su ruptura con el Style Sapin, variante de l´Art Nouveau, donde la cuidada ornamentación se inspiraba en el paisaje local. En ella mostraba las experiencias acumuladas en sus primeros viajes y se podían apreciar sus influencias italianas y orientales; el pequeño jardín gozaba de una de las primeras promenades architecturales, comenzando por unas pérgolas (que dibujó en Pompeya) y siguiendo por un paseo que llevaba al acceso principal. Vivió allí hasta 1915, año en que se fue a París, y sus padres la vendieron en 1919.

 En la década de 1920 propuso proyectos urbanísticos y residenciales, pero sólo pudo construir una serie de villas unifamiliares cerca de París en las que pudo concretar parte de sus postulados para la nueva arquitectura: bloques elevados sobre pilotis (pilares), planta libre, fachada libre independiente de la estructura, ventanas longitudinales (fenêtre en largueur) y cubiertas planas ajardinadas. Fundó la revista "L´Esprit Nouveau", en la que se rechazaban los estilos historicistas y los modernistas a la hora de entender la casa que, para él, era une machine à habiter (una máquina de habitar).

 En 1922 se asoció con su primo, el ingeniero Pierre Jeanneret, y adoptó el pseudónimo Le Corbusier (el zorro) transformando el apellido de su bisabuela Lécorbesier. Según él, "la arquitectura estaba reprimida por la costumbre, los estilos eran una mentira", por eso intentó cambiarlo todo: la forma de construir, los materiales, el urbanismo y hasta su propio nombre.

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