martes, 28 de abril de 2020

THE SEAGRAM

En 1999, uno de los críticos más importantes sobre arquitectura en Estados Unidos, Herber Muschamp, califiacaba en The New York Times al Seagram como "el mejor edificio del milenio". Se trataba de un rascacielos de 38 oficinas en Manhattan, diseñado entre 1954 y 1958 por los arquitectos Ludwig Mies van der Rohe en asociación con Philip Johnson. Era la visión más refinada de rascacielos moderno de cristal y en el que se podían reconocer los materiales utilizados para su construcción.

Ubicado en Park Avenue, se dejó libre una amplia plaza de granito rosa Vermont, bordeada a ambos lados por láminas de agua y plataformas de mármol antiguo verde. La torre en sí era de una estructura de acero envuelta en un muro cortina de vidrio de color rosa-gris; las juntas, montantes y vigas eran de bronce. En el interior, las paredes y los ascensores estaban recubiertos con mármol traventino.

Mies defendía la arquitectura como la voluntad de una época traducido al espacio. Para su generación significó la superación entre el gótico y el clásico. En la década de 1920, empezó a experimentar con diseños de torres de cristal y fue el último director de la Bauhaus. Admiraba al filósofo Spengler y, como él, pensaba que el siglo XX sería un momento de ruptura cultural occidental.

"Dios está en los detalles" y "menos es más" fueron dos de sus frases más conocidas que han llegado hasta nuestros días.  Mies, considerado como un maestro de la arquitectura moderna, se basó en los materiales más modernos y en la integridad estructural. Sirviéndose del cristal y el acero industrial, fue capaz de crear espacios contemplativos de sobria elegancia. Convencido de que los edificios eran más honestos si expresaban su estructura y forma, conviritó la arquitectura en algo más transcendente y - a través de sus skyscrapers - parecía unir el cielo con la tierra...



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