Un ideal suscita entusiasmo, nos hace caminar de forma consciente hacia adelante disfrutando del momento, desarrollando nuestras aptitudes y cualidades y sin dejar deudas pendientes hasta llegar (si se tiene la fortuna) al final del recorrido completando nuestro ciclo vital. Trazarse un mapa personal y tener clara la ruta a seguir, mirando el propósito de frente y seguros de conseguir los objetivos es preferible que perderse en meandros y carreteras secundarias que entorpezcan nuestro buen ritmo.
Sólo la filosofía es capaz de producir un ideal, es decir una visión que todos comprendamos de un deber ser, de lo que tiene que ser el ser humano y la sociedad, pues actualmente la ausencia de ideales nos ha llevado al cinismo, al post ideal, a la post utopía. En estos momentos es más significativo el término ideal que utopía, ya que encaja mejor en la dirección de un trayecto. Todos esperamos del filósofo del siglo XXI respuestas a lo que es el amor, la amistad, el sentido de la vida o de la muerte... con pensamientos y sentimientos de la época en la que vivimos..
El ideal es una propuesta de perfección y la realidad es imperfecta. El ideal no se encarna. Debemos tender hacia él, sí, pero sabiendo que es como ese horizonte que se aleja a medida que avanzamos en el camino. Es preciso tener el ideal delante y tender hacia él, pero sabiendo que la realidad no es ideal, ni lo va a ser, ni debe serlo.
Las sociedades post materiales modifican muchos conceptos, como por ejemplo el de la felicidad, que consiste en vivir adecuadamente nuestros ciclos vitales adecuadamente (niñez, adolescencia, juventud, madurez, vejez) y "la hora buena" de cada uno de ellos. Avanzar por la vida sin irnos dejando los deberes por hacer nos proporciona un inconmensurable bienestar. Vivir es envejecer y el único tratamiento antiaging eficaz es la muerte. Por eso es tan importante disfrutar plenamente cada etapa de nuestra vida.
En realidad, la que transforma la mirada hacia las cosas es la literatura pues una nueva mirada produce demandas que dan lugar a cambios en forma de leyes, costumbres o actitudes. A nivel particular, una lectura puede modificar nuestra forma de estar en el mundo. La política, la economía y todo lo demás dependen del corazón humano y éste se nutre de la poesía y la literatura.
Uno de los ideales que propongo es poseer y lograr transmitir la pasión por el conocimiento ya que sólo él nos hará capaces de llevar a cabo nuestro viaje interior (el más apasionante de todos los viajes) y de ser conscientes de nuestra dignidad sin precio.
Durante milenios la cultura ha dignificado al hombre, era un elemento civilizador que nos elevaba y hacía más creativos, generaba conciencias e integraba socialmente. ¿Por qué no nos proponemos recuperar su prestigio perdido?
Acuarela de Esther de Andrés
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