jueves, 16 de abril de 2020

EL IMPRESIONISMO MÍSTICO

Decía Pío Baroja: "Si España hubiese tenido éxitos políticos en lugar de fracasos durante el siglo XIX, nuestra literatura contemporánea parecería más importante. Nuestros escritores no valen menos, es que no tienen pedestal. El mundo no se ocupa de lo que pasa en España". Y es que él, que había vivido en Francia y en Inglaterra, reconocía que, fuera de España, el resto de Europa desconocía por completo la literatura española, motivo por el cual se propuso reformar su forma de escribir creando un nuevo estilo literario que fuera moderno sin dejar de ser español.

Para conseguirlo, se esforzaría en mezclar elementos del impresionismo (corriente vanguardista) con elementos considerados tradicionalmente españoles como el misticismo, el cual - según Baroja - constituiría un antecedente del impresionismo francés, pues en el misticismo español del Siglo de Oro el individuo lograba liberarse, no sólo de la cárcel del cuerpo, sino de la prisión y decadencia de un mundo adverso.

Entre los siglos XIX y XX, la sociedad europea experimentaba una profunda transformación en todas las ramas del arte propiciada por el rápido desarrollo de la modernidad. En ese ambiente Baroja, atraído por la experimentación artística y por la concepción de otras formas de interpretar la realidad desde múltiples perspectivas - intentó elaborar un nuevo concepto literario, innovador y moderno, pero que fuera español:
un impresionismo místico.

Hizo su peculiar homenaje a la obra de Santa Teresa Camino de Perfección, un tratado ascético dirigido a las monjas que proponía la unión de dos componentes: el recogimiento contemplativo y la actividad práctica. Por otra parte, el estilo de Santa Teresa, basado en la plasticidad de las imágenes, le cautivaba. "El escritor debe echar mano, si lo necesita, de todo. Éste será el escritor moderno", decía don Pío cuando se le preguntaba cómo había podido compaginar elementos tan aparentemente contrapuestos.

"España nunca ha sido foco, sino periferia. España ha quedado rezagada en un momento de la historia y tiene mucha obra muerta que hay que arrojar al mar y mucha obra viva que realizar. Yo quisiera que España fuera muy moderna, persistiendo en su línea antigua; yo quisiera que fuera un foco de cultura amplio, extenso".

Pío Baroja conocía bien los efectos de las relaciones de poder y de la falta de reconocimiento de los escritores españoles en el extranjero. Esta situación de atraso literario con respecto a Europa le obsesionaba. Para asociar su escritura a la europea y ser considerado popular, se intentó incorporar el impresionismo francés creando un estilo nuevo al que, para no ser acusado de falta de originalidad, le dotó de las características del misticismo español tratando de establecer un antecedente al movimiento en la tradición española y, por lo tanto, de "españolizar el impresionismo".

Y lo consiguió, logró crear su propio estilo, el estilo barojiano, innovador, moderno y a la vez profunda e inconfundiblemente español: "el impresionismo místico".

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